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Lodosa acoge la exposición 3.526, las personas asesinadas en Navarra en 1936

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PIE DE FOTO: una de las imágenes de la muestra, sobre la sima de Otsoportillo, en la sierra de Urbasa.

(Martes, 7 de mayo de 2024)El Instituto Navarro de la Memoria presenta hoy la exposición “3.526*” que inicia en Lodosa su itinerancia por la Comunidad Foral. Este número hace referencia las personas asesinadas como consecuencia del golpe militar de julio de 1936 en Navarra, donde no hubo frente de guerra. La vicepresidenta Ana Ollo visita esta tarde este trabajo fotográfico y documental de Ángel Sánchez Garro que se expone en la Casa de Cultura de Lodosa, una de las localidades de Navarra en las que la represión se cebó con mayor dureza.

La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 17 de mayo y, posteriormente, podrá visitarse en otras localidades. La iniciativa se enmarca dentro de los trabajos de documentación y sensibilización para público general del Departamento de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, en colaboración con entidades locales, que también cuenta con una importante línea de exhumaciones y mapas de fosas, además de programas educativos.

Ángel Sánchez Garro es fotógrafo y documentalista pamplonés y miembro del taller de fotografía de Zizur Mayor/Zizur Nagusia. En sus trabajos refleja la preocupación por los temas sociales, etnográficos y culturales de Navarra, teniendo siempre presente la memoria, tanto personal, como colectiva. En palabras del autor, “la idea de este proyecto nace de la impresión que me produjo conocer que en la calle donde vivía y jugaba de niño, de apenas 200 metros de longitud, 18 personas fueron sacadas a la fuerza de sus casas y ya no regresaron con vida”.

La exposición “3.526*” retrata 39 de las más de 200 fosas existentes en Navarra. En ellas fueron asesinadas 565 personas de identidad conocida y otras 106 de identidad desconocida. Así pues, 671 personas en total, una quinta parte de la cifra que da título a esta exposición. Todas ellas fueron asesinadas sin ningún tipo de procedimiento legal, en nombre del nuevo orden que quisieron fundar los sublevados en julio de 1936, que se tradujo en una durísima dictadura de cuatro décadas.

Los números pueden entenderse como una “mera y fría estadística”, advierten desde el Instituto Navarro de la Memoria. Por ello, las fotografías de los portales de las viviendas donde residían algunas de estas personas asesinadas “nos sugieren que detrás de cada cifra hay una vida truncada, reivindicaciones y expectativas ahogadas y una profunda oscuridad que pretendió reducir al silencio y a la invisibilidad a quienes les sobrevivieron. Frente a esa cruel estrategia, la resistencia y la memoria de familias, vecinos y sociedad civil ha logrado, con no poco esfuerzo, que sus nombres no se olviden y, cuando ha sido posible, que sus cuerpos se recuperen”, señalan.

La mirada del autor se ha detenido en una muestra significativa de las fosas y de las víctimas. La intención es que, a través de ellas, se represente a todas. Porque, aunque sus trayectorias nos hablan de militancias y recorridos vitales diversos, su final fue muy semejante. Tras la sublevación, fueron detenidas por figurar en listas negras, y en muchos casos llevadas a centros de detención, en los que estuvieron días, semanas y hasta meses. Sin pasar por ningún tipo de juicio, fueron asesinadas por grupos militares y paramilitares (carlistas y falangistas), que no consintieron siquiera en darles un enterramiento digno.

El portal digital Oroibidea ofrece una aproximación a la biografía de cada una de estas personas, y también a la de todas aquellas que no aparecen aquí y que sufrieron el mismo embate de la limpieza política desplegada en 1936 por el régimen franquista. Se trata de una base de datos en continua actualización y enriquecimiento, como las propias listas de navarras y navarros que murieron asesinados en condiciones de cautiverio, cifra que da título a la muestra.

 

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