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Y los de mi pueblo ¿qué?

Columna publicada en la edición Estella, de Diario de Navarra, el pasado domingo, día 20 de marzo
BUCLE ESTRELLA
Y los de mi pueblo ¿qué?
Alberto Araiz Vidaurre
Director de Cope Tierra Estella (93.4 FM)
Las fotografías del colapso que provocó la nevada del pasado día diez de este mes en los accesos a Pamplona desde la Autovía del Camino (A-12) resultan un reflejo del sino sociológico de las últimas décadas. Centenares de vehículos bloqueados, mientras que estaba expedito el carril de salida hacia Estella. Una imagen simbólica del desequilibrio territorial de Navarra. Una capital que fagocita a las comarcas. Un proceso que continúa. Con suerte, todavía hay muchas personas que mantienen su apego al terruño y conservan su vivienda en su ciudad y localidad de origen y se desplazan a diario a trabajar a la capital del reino. Una muestra sintomática del devenir de la política foral. Todos somos navarros y pagamos impuestos, cada uno en su medida. Pero, resulta que la mirada de la clase política, incluyo a todo el arco iris ideológico, está puesta en su mayor caladero de votos, en el mayor asentamiento poblacional. Allí se hace un hueco para cuantos inversores se interesan por desembarcar en Navarra. Se le pone una alfombra dorada (terrenos, urbanización y cambios del planeamiento si fuere necesario) para que crezca todavía más su poder centrifugador. A costa, incluso, de su propio casco histórico y de sus vetustas calles comerciales. Pronto aterrizará una conocida marca en las naves de Superser. Y, a su alrededor, generará otro conglomerado de actividad económica. Nadie le pondrá freno. Es la ley del libre mercado. Tampoco a ninguno de los gobernantes se les pasará por la cabeza que existen otros emplazamientos. Algunos bien comunicados, como sucede con Tierra Estella, a media hora de Pamplona y de Logroño. Afectados de pamplonitis. La vieja Iruña lo engulle todo. Para compensarle, además, los navarros le pagamos una cuantiosa suma en concepto de capitalidad. Una partida que se creó en su día para enjugar la deuda que acumuló el Ayuntamiento pamplonés, durante la etapa de Julián Balduz. Hoy, nadie explica cómo se sostiene esa partida. No se entendería en el resto de la provincia. Como mucho, a veces han surgido demandas similares: verbigracia, la carta de capitalidad para Estella, por los servicios que presta a la merindad. Se trata de corregir el agravio comparativo. No tiene sentido que, la capital de los navarros tenga una prima por disfrutar de la mayor concentración de servicios públicos, a los que estamos obligados a acudir desde el resto de la comunidad foral. Una familia de territorio rural, todas excepto las de la cuenca pamplonica, cuando tiene a sus hijos estudiando en una de las dos universidades afronta unos costes extras, como son los de residencia. El pamplonés se los ahorra. Pero le compensamos por tener ambas prestaciones cerca de su casa.
Laseme, la asociación de empresas de la meridad de Estella, ha puesto de relieve el primer balance de la crisis económica en esta zona: el cierre de 750 empresas entre 2011 y 2013; un 18% de paro (cuatro puntos por encima de la media navarra), con 5.000 personas en desempleo (25.000 en todo Navarra); la desaparición en Estella de 100 comercios minoristas entre 2008 y 2012; y, la pérdida de 500 habitantes en la ciudad del Ega. Se comprometió con el Ayuntamiento estellés, como lo ha hecho con Ayegui, Cárcar, Los Arcos, Lodosa, Oteiza Villatuerta y Viana, a elaborar un plan de promoción. A ejercer de interlocutor ante la administración pública, para elevar la voz al estilo de Tierra Estella existe. En Aragón se dio un modelo de desarrollo similar al que padecemos. Ahí están visibles sus efectos. Hay otras comarcas víctimas de esta visión. Ahora bien, el Ejecutivo navarro ya ha tenido el primer gesto al promover un plan de reindustrialización en Sakana (con 250.000 euros) y en Tudela (750.000 euros). Parece que me pongo la boina: ¿y a los de mi pueblo, cuándo nos va a tocar algo? Hagan realidad esa promesa de lograr un equilibrio territorial y un desarrollo armónico.

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