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Columna de Alberto Araiz sobre el GP Miguel Induráin publicada en Diario de Navarra el 15 de febrero

En más de una ocasión he aplaudido la labor los diferentes colectivos sociales, culturales y deportivos de Estella-Lizarra. Despliegan todo su ingenio para aportar actividades a sus convecinos. Compensan la habitual falta de recursos económicos con el entusiasmo y con el altruismo de sus socios y colaboradores. Ingredientes que sirven para complementar las aportaciones económicas del Ayuntamiento y de las firmas patrocinadoras. Su contribución, si se pagara, haría inviable esa oferta.
Un capítulo especial se merecen los clubes deportivos que liberan a la Administración pública de una costosa carga. Impulsan una práctica saludable, con un enfoque educativo, y, además, aportan espectáculos que sirven para dinamizar la economía local, con la llegada de aficionados de otras localidades. De hecho, cada vez cobra más fuerza unir esos eventos a la promoción turística de las ciudades.
Analizaré hoy, la tarea de una de las entidades más veteranas de la ciudad: el Club Ciclista Estella. Se fundó en 1951, tal vez contagiado por el entusiasmo generado en los aficionados de aquella época por figuras legendarias de este deporte, como Jesús Galdeano, Miguel y Hortensio Vidaurreta, tres corredores naturales de Igúzquiza. Una entidad que inventó aquel Campeonato Vasco-Navarro de Montaña, que continuó como Gran Premio de Navarra (1968-1998) y cuya herencia ha llegado hasta nuestros días con la denominación de Gran Premio Miguel Indurain, con la que se conoce desde 1999.
El Club Ciclista Estella cuenta con un ejército de voluntarios. Una plantilla de personas que tiene una probada capacidad organizativa, como lo demuestra la organización del mayor número de carreras de todas las categorías de Navarra. El plato fuerte lo constituye la única carrera de profesionales de la comunidad foral, el GP Miguel Indurain. Movilizar en coches, motos y a pie a tantas personas para marcar los cruces, los desvíos y cualquier otra información necesaria, tendría un coste impagable. Y, lo llevan haciendo durante muchos años, con la única recompensa del aplauso de los espectadores y, con el reconocimiento que reciben de equipos, corredores, federación y de la propia UCI.
A todo ese esfuerzo tiene que unir, un año sí y otro también, el ejercicio de ingeniería financiera para cuadrar las cuentas. Visitas puerta a puerta a firmas patrocinadoras, reuniones con los responsables del Gobierno de Navarra y del Ayuntamiento de Estella. No se comprende, que desde la edición del año pasado, la directiva que preside David Echávarri se haya tenido que reunir hasta 6 veces con el consejero de Bienestar Social, Iñigo Alli, y el director del Instituto Navarro de Deporte y Juventud, Pruden Indurain, para que se le abone la subvención de 2013, cifrada en 27.532 euros, como se supo a finales de diciembre. La continuidad del GP Indurain de este año sigue en el aire. El pasado jueves la parlamentaria foral del PP, Amaya Zarranz le preguntó al consejero, si respaldará la prueba desde el punto de vista político, económico y deportivo. Iñigo Alli dijo que respondería con hechos y que apoyará la edición de este año. Pero no concretó la cantidad.
No es de recibo que el Club Ciclista Estella tenga que estar al pairo de estas decisiones, ni que cobre a año vencido. El Gobierno debería establecer un compromiso plurianual que garantice la mayor fiesta del ciclismo profesional de Navarra. Si desaparece vendrán los lamentos.
Alberto Araiz. Director de Cope Tierra Estella y de Cadena 100 Estella

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