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La periodista Susana Esparza, de San Adrián gana en microrelatos

Susana Esparza Gener, de 31 años de edad y natural de San Adrián, ha resultado ganadora de la cuarta edición del Concurso de Microrrelatos ‘Navarra en pocas palabras’, organizado por Juventudes Navarras (JJNN).
El texto, que lleva por título “Lácar: el último aliento carlista”, ha sido seleccionado por un jurado compuesto por personas vinculadas al mundo de la cultura de entre los casi ochenta microrrelatos presentados al concurso.
La iniciativa pretende fomentar la historia y cultura de Navarra entre los jóvenes. La extensión máxima de los microrrelatos, que pueden versar sobre cualquier aspecto vinculado a la Comunidad Foral, es de 150 palabras, sin incluir el título, y se pueden presentar tanto en castellano como en euskera.
Entre los participantes de esta cuarta edición se encuentran jóvenes no sólo de la Comunidad Foral sino también de la Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla y León, Cataluña, Murcia e Islas Baleares. Cabe destacar también, como ya ocurrió en la anterior edición, el incremento de la participación de jóvenes procedentes de países latinoamericanos, como Perú y Colombia, y por primera vez de Cuba.
El microrrelato ganador hace referencia a un episodio que tuvo lugar el 3 de febrero de 1875 cuando, en el marco de la tercera guerra, el ejército carlista, a cargo del general Mendiry, atacó Lácar y cogió por sorpresa al ejército liberal. “En total, hubo más de 1.000 bajas, la mayoría del bando liberal que se encontraba descansando en la localidad antes de emprender su marcha hacia Estella”, ha explicado Susana Esparza. 
“Aunque Don Alfonso pudo huir hacia Oteiza, la contienda quedó para los carlistas como un hito glorioso, pero el triunfo fue solo un pequeño aliento para los carlistas que cayeron poco después en Estella, de ahí que haya titulado ‘El último aliento carlista’”, ha señalado la ganadora. 
Lácar: el último aliento carlista
Cuando desperté, la muerte estaba allí. Escondida entre el eco de la pólvora de los fusiles retroceso de los requetés.
La vanguardia liberal descansaba en la campiña los últimos rayos de sol. La noche llegó a las seis. Ensordecidos por la nieve, los soldados no escucharon el bramar de los doce batallones.
-¡Dios, Patria y Rey!-, gritaban mientras ladeaban sus boinas.
Un suspiro bastó para dejar la plaza yerma.
Silencio. Solo silencio y el llanto roto de una madre.
Fue fácil sellar sus ojos. Pocos vecinos salieron de sus casas y menos alzaron sus ojos entre la artillería.
Un último destello alcanzó al custodio de don Alfonso, que a caballo huía hacia la Solana.
-¡Viva don Carlos!-, se consolaban mientras ella, desnuda, paseaba entre sus almas. 

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